Es más que probable que, cuando firmó su primer contrato para convertirse en protagonista de la saga Crepúsculo, el por entonces jovencísimo Robert Pattinson no llegase tan siquiera a imaginar un pequeño porcentaje del impacto que su figura tendría a partir de entonces entre la población adolescente, en la televisión o en las revistas. Con auténticas avalanchas de fans a sus espaldas, capaces de hacer cualquier cosa por este vampiro moderno que camina a la luz del día.
Donde otros cuidan cada detalle de su imagen, ya sea a la salida de un restaurante o en el mismo aeropuerto, ‘por si los paparazzi’, el estilo del joven actor no se caracteriza por otra cosa fuera de las funcionales gorras americanas, las grandes y oscuras gafas de sol, las sudaderas XL, los jeans o las clásicas camisetas de algodón, presentes en cualquier armario del mundo. Recursos de primera mano, perfectos para pasar desapercibido, o, en su defecto, lo menos fotogénico posible.
Una apuesta arriesgada, que el londinense sabe combinar con acierto, allí donde cualquier otro se vuelve loco por conjuntar la ropa, como podemos ver en las fotos ,Pattinson es todo un artista
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